Hace unas semanas atrás tuve la oportunidad de transitar por las calles de la capital del Bení, Trinidad; entre vueltas y vueltas a la hora de hacer algunas compras en el mercado popular de aquella ciudad, me encontré con una sorpresa.
Antes de revelar dicha sorpresa, se tuviera que tomar en cuenta que Trinidad, a juicio mío, es una ciudad que lee poco y si existe algún despistado por ahí, dudaba y aún dudo que lea un libro de ese autor y de ese género.
En fin, aquella sorpresa era nada menos que varios ejemplares de “Borracho estaba, pero me acuerdo” de Víctor Hugo Vizcarra, y en versiones piratas; grata fue la sorpresa, pues un fiel lector del Víctor Hugo como yo, no pensaba encontrar un libro así por esa rinconada del país, quizá esperaba tropezarme con un Alfredo Flores, Jorge Suarez, Homero Carvallo, pero con uno como Vizcarra, jamás.
Verlo ahí expuesto en un mercado popular, en versión pirata, me anima a afirmar que en esa ciudad se lo está leyendo al Víctor Hugo, al menos según argumentos de los comerciantes, se piratea a los libros porque el cliente lo demanda y para que esté ahí expuesto “en un mercado popular” y “pirata” (valga la redundancia), se cumple no más la ley de la oferta y la demanda y a Vizcarra se lo está demandando por esas tierras.
Espero sea esa la justificante de los ejemplares en aquel mercado y se lo esté consumiendo como debiera ser, de lo contrario prefiero decir:
“Borracho andaba y no me acuerdo”
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