Lo recuerdo como si fuera ayer, todos chiquillos esperábamos al equipo con el afán de conseguir los autógrafos de los jugadores en las puertas del camarín del Wilster, pero antes que salgan ellos en un abrir y cerrar de ojos, vi que todos comenzaban a escapar gritando: !el patroncito¡ !el patroncito! Sin saber que hacer, comencé a correr con los demás hasta alejarnos del camarín; entre la emoción de tener algunos autógrafos y el temor a aquel "patroncito", me puse a cuestionar quién era este, porque lo llamaban así y porque teníamos que huir cuando él aparecía.
Me respondieron que su nombre era Otto y le decían el “patroncito” porque todos los jugadores lo llamaban de esa forma, “hola patroncito”, “que tal patroncito”, “esta vez ganamos patroncito”, “te queremos patroncito”, etc. no pregunte más y de pronto apareció él, un hombre con un bigote espeso y la gorra del Wilster, traía puesto la camiseta de entrenamiento del rojo y un maletín en el brazo izquierdo; no quería que distrajéramos al equipo y poco a poco nos retrocedía hasta sacarnos del stadium.
Desde ese día, lo veía salir tras el equipo en cada partido, con la infaltable gorrita llena de prendedores del equipo y el bigote singular que era característica suya; festejaba cada gol que metía el equipo, protestaba contra cada arbitro que hacía de las suyas en la cancha, se apenaba cuando el equipo perdía y obviamente daba la vuelta olímpica en cada campeonato que lograba el aviador.
Lastimosamente de ahora en adelante ya no lo encontraremos en cancha, el 27 de enero acaba de partir al más allá, dejó de ser el kinesiólogo del aviador y fue a encontrarse con viejos amigos, pasó a ser un hincha más entre los inmortales e indudablemente un símbolo para el Wilsterman.
Él vio y fue la historia del Wilsterman, estuvo en todos los momentos del equipo; la época de oro cuando Jair y Taborga lograban el Bi-campeonato Nacional, aquel año cuando el aviador clasificaba a la segunda fase de la Copa Libertadores y se esperaba como rival al Corinthians del Brasil y sin duda aquellos momentos difíciles cuando el aviador descendía de categoría y dejaba la Liga Profesional de Futbol del país.
Es cierto que ya no lo veremos en cancha, pero sentiremos que él estará entre nosotros; gritando, alentando y sufriendo en cada partido; el “patroncito” siempre estuvo seguro, pues:
¡¡Volveremos, volveremos, volveremos otra vez!!
¡¡Volveremos a ser campeones de la liga otra vez!!
¡¡¡ Otto, querido jamás serás vencido!!!
¡¡¡ Otto, querido jamás serás vencido!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario